En una nueva edicion del superclasico del rugby argentino,el SIC vencio al CASI por 23 a 20,con un drop de Cilley sobre los minutos finales.
San isidro.Es verídica la aseveración de que "los clásicos son partidos aparte, y que no importa el momento de los equipos". El estímulo que impulsa esta batalla de la ciudad sobrepasa los límites de las presunciones y el pleito se resuelve en 80 minutos sin tregua. Son pocas las veces que el juego alcanza brillantez, porque el destino quedará a merced de la lucidez que pueda conseguirse en el fragor de la lucha. Cuando el corazón se sale del pecho, es complicado mantener la calma para no equivocarse. Y como tampoco sólo con fuerza se consiguen las cosas, prevalecerá el que ofrezca otro recurso, más allá de su irrefrenable envión combativo. Ese plus es lo que expuso el SIC para apaciguar el fuego del CASI y salir a flote, con una costosa y apretada victoria (23-20), concretada con un impecable drop de Cilley a siete minutos de la caída del telón. No venían bien los Zanjeros y la Academia tampoco era un derroche de solvencia; por eso, el encuentro tenía gran relevancia desde el aporte anímico que podía dar. Qué mejor excusa que tomar el superclásico como punto de relanzamiento, aunque los punteros estén lejos y aún quede bastante por delante para cumplir con la ambiciosa misión de quedar entre los cuatro mejores. Con su indeclinable fervor, el Atlético pisó firme en el comienzo: el potente Méndez llegó al in-goal atropellando rivales. Esa conquista no desestabilizó a los anfitriones -valor agregado que le permitió ser más-, que se concentraron en su plan y, en la primera oportunidad, el santafecino Bruzzone -de gran nivel- irrumpió como un demonio por el centro de la cancha para equiparar los números (7-7). A partir de ese try, los ganadores establecieron cierta supremacía en lo territorial y en la posesión. Esas condiciones le confiaron a Cilley la posibilidad de hacer pesar su puntería, pero el N° 10 intercaló aciertos y desaciertos. En el parejo primer capítulo, falló dos penales y convirtió otros tantos. De todas maneras, ese no fue el único argumento de los Zanjeros , sino que el funcionamiento colectivo le permitió acercarse con peligro. A Freixas lo frenaron a poco de marcar, pero ese mismo avance -penal rápido posterior- culminó con un maul avasallante y Artese apoyando. Al CASI le costó ganar posiciones en el campo para, de a poco, desestabilizar la impecable organización defensiva de su oponente. Pero no pudo descifrar ese acertijo, y en este punto se encuentra uno de los principales méritos de los vencedores: la disciplina táctica, con un compromiso indeclinable por el tackle. Ese atributo convirtió al SIC, durante muchos pasajes, en infranqueable. Sólo cedió ante el sorprendente disparo de sobrepique de Vidal Bazterrica, y en el primer cuarto de hora de la segunda etapa. Luego de un parcial desfavorable (20-10), la Academia salió decidida a ordenar las cosas y lo logró, aunque esa recomposición no la pudo proteger. Thomann aportó un penal y Thomas Stuart remató en la bandera derecha un avance de varias fases, en una de las pocas veces que consiguió preservar el control del balón. El SIC no estuvo libre de imprecisiones ni de la falta de contundencia para definir (de los 4 lines que perdió, dos se dieron en cinco yardas rivales), pero lo que sí le permitió adquirir mayor estabilidad fue su convicción por la fórmula elegida: sin resignar la búsqueda ofensiva, buena parte del éxito se sostuvo en la presión y el tackle. Algunos aportes individuales, como el de Cilley por ese drop decisivo, también resultaron influyentes para volver a festejar en un clásico; en este grupo hay que incluir a Chinelli, Leonardi y Meyrelles. Fue un desahogo, un triunfo ideal para no dejarse vencer por la intrascendencia. El SIC vive, y demostró que, a pesar de todo, está para pelear. 1er try del debutante Thomas Stuart en el clásico; lo mismo que ocurrió con Nico Bruzzone, cuyo bautismo en este duelo fue el 15 de junio último, por el Nacional de Clubes.
El destacado de la fecha fue,sin dudas, Jose Luis Cilley porque ganar un superclásico con un drop a poco del epílogo tiene una importancia tal que alcanza para eclipsar cualquier otra situación. Y eso sucedió con Cilley ayer. El N° 10 Zanjero no estaba tan certero con sus intentos a los palos (había malogrado tres penales y un drop), pero se iluminó en un momento complicado y le permitió a su equipo reencontrarse con el placer inconfundible de celebrar ante el mejor rival.
Informo Robertino Michetti para el informante.
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